martes, 11 de julio de 2006

 

listening: Xelencia[Por tus Celos]

por esto y muchas cosas mas yo si le creo al ife.... soy parte de el y ya alguna vez me pagaron por contar votos en una eleccion... por lo tanto le creo si tu no le cres al ife porque yo si te tengo que creer a ti o a lopez????



Genio y figura, hasta en el hoyo de la derrota.López Obrador quiere hacernos creer ahora que ganó las elecciones presidenciales. Que los números son cuentos de mapaches cibernéticos. Que los 800 mil ciudadanos que participaron en el conteo de votos el domingo 2 de julio se confabularon en un complot. Que en ese complot para despojarlo de la victoria también se involucraron los consejeros del IFE y los científicos que diseñaron y vigilaron el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Ya es demasiado.A estas alturas sus seguidores, personas de buena fe que apuestan por el cambio social en el país, deberían rendirse ante las evidencias: el mal de su líder es incurable. López Obrador confirmó desde la noche misma del dos de julio, todo lo que habíamos dicho de él. En septiembre apuntamos en esta columna: “La marcha de Mussolini sobre Roma fue suficiente para que el atemorizado rey Víctor Manuel III lo nombrara Jefe de Gobierno, el 30 de octubre de 1922. “En la Italia de instituciones debilitadas y con agitación social y política en sus calles, el rey no aguantó la presión de los camisas negras. “Atemorizado por lo que podría pasar se doblegó ante la presión de esa marcha y escogió el `mal menor´, que fue entregarle el poder al Duce quien instauró el régimen fascista... “¿Abandonará López Obrador su lucha por el control de la República en caso de que no gane por las buenas?“¿Y el gobierno resistirá la `marcha sobre México´ de López Obrador y le entregará la banda al que ganó por las buenas?”La marcha sobre México ya empezó. El que perdió por las buenas se niega a reconocerlo y ha comenzado el chantaje y la presión sobre las autoridades y las instituciones para tomar el poder por las malas. Lo que está de por medio no es una elección más. De por medio está la suerte de la República.La marcha sobre México de López Obrador, como la de Mussolini, está cimentada sobre la mentira. Unos días antes de las elecciones Adela Micha le preguntó a López Obrador en una entrevista transmitida por el canal 4 de televisión:—¿Va a respetar los resultados de las elecciones si es que pierde?—Sí, claro. Vamos a respetar.—¿Aunque sea por un voto?—Sí, desde luego. En la democracia se gana y se pierde. Luego lo entrevistó Joaquín López Dóriga.—¿Va a respetar los resultados electorales?—Sí, vamos a respetar. Yo soy un demócrata, siempre lo he dicho.—¿Va a respetar el resultado que dé el IFE?—Vamos a respetar el resultado que dé el IFE. Bueno, pues el IFE ya dio el resultado, ¿y qué dijo López Obrador? El jueves 6 de julio la respuesta fue la siguiente: “Vamos a impugnar. No podemos aceptar los resultados del IFE”. Y convocó a una manifestación en el Zócalo. Ni respetó los resultados del IFE, ni aceptó su derrota al perder no por un voto, sino por 243 mil 934. Esta prueba palmaria de su falsedad puede sorprender a los que quisieron ver a López Obrador como un político que habla con la verdad. Pero la actitud de López Obrador era perfectamente previsible. Aquí lo dijimos hasta el cansancio. Mentira tras mentira, todos los días. La noche del dos de julio se proclamó ganador de las elecciones, pues había vencido a Calderón por “cuando menos” 500 mil votos, según dijo en una declaración televisada por las principales cadenas a todo el país. ¿Qué pasó con esos 500 mil votos? ¿Dónde está ese medio millón de sufragios con los cuales había vencido a Felipe Calderón?Estaban en su imaginación, nada más. No mostró un solo papel que acreditara ese triunfo. Una mentira redonda, de la que nadie le ha pedido explicaciones. Antes de las elecciones se paseó por las televisoras y programas de radio para decir que estaba diez puntos arriba en las encuestas.—¿Cuál encuesta?, todas las conocidas dicen que están parejos, se le preguntó una y otra vez.—Yo no miento, estoy arriba diez puntos, ustedes lo van a ver—, contestaba. ¿Qué pasó con esos diez puntos? ¿Por qué mintió de manera tan flagrante a todo el país?Quiso engañar, con la mentira de los diez puntos de la encuesta anónima, a los conductores de radio, de televisión, y a la opinión pública. Las encuestas que se publicaron los últimos dos meses de campaña fueron categórica y rotundamente desmentidas por López Obrador. “Están cuchareadas”, “son parte de una estrategia para inflar al candidato de la derecha”, “los medios que publican esas encuestas tienen intereses, no lo pueden negar, así es la cosa”, decía con toda frescura en las entrevistas y discursos. Mentía. Y con sus mentiras atentó contra el trabajo profesional de los encuestadores y atacó la credibilidad de los medios de comunicación que dieron espacio a las encuestas. ¿Con qué derecho? ¿Por qué tanta impunidad?“Hay tres millones de votos perdidos”, dijo el tres de julio, cuando las cifras del PREP apuntaban a que no ganaría las elecciones. Esos de votos que López Obrador denunció como “perdidos” estaban en un archivo del PREP por contener algunas inconsistencias. ¿Por qué se pusieron en ese archivo de inconsistencias?Porque así lo acordaron los partidos políticos en el IFE, el PRD incluido. Es decir, el PRD y López Obrador sabían dónde estaban esos votos. Sabían por qué estaban ahí esos votos. Y sabían perfectamente cuántos votos eran porque el archivo de inconsistencias estuvo permanentemente a su disposición. López Obrador mintió cuando dijo que estaban “perdidos”. Mintió con alevosía, porque él sabía que no era verdad eso del extravío de tres millones de sufragios.Acusó al PREP de haber falseado los datos del domingo en la noche.Mentira. No se falseó un solo dato. La prueba está en que las cifras que arrojó el PREP y las que se obtuvieron del conteo de actas casilla por casilla en todos el país el miércoles y jueves, son iguales. Ese programa, además, no fue diseñado por empleados del IFE o de algún partido político, sino por científicos de la más alta jerarquía profesional y ética. Esos científicos encabezaron el comité asesor para la recepción y difusión de datos así como los mecanismos de seguridad del PREP. Ellos son Alejandro Pisanty, que es el director general de Cómputo Académico de la UNAM.Judith Zuvieta García, secretaria técnica de Innovación Educativa y Educación a Distancia.Salma Leticia Jalife, coordinadora de la Corporación Universitaria para el Desarrollo de Internet, de la Universidad Nacional Autónoma de México. ¿Con qué derecho López Obrador quiere manchar esos nombres asociándolos con mapacherías políticas? Mentiras y más mentiras. Un par de días antes de las elecciones, Óscar Mario Beteta y Pedro Ferriz informaron que en la página electrónica de López Obrador había una carta dirigida a sus seguidores, fechada el 3 de julio, en la que llamaba a desconocer los resultados electorales y a movilizarse. De inmediato su equipo de campaña quitó el texto de la página web y acusó que intrusos se habían metido su sitio y pusieron esa carta que no era de ellos. Mentira. Lo que estaba escrito en la carta fue lo que dijo López Obrador el miércoles 6. Mentira fue también el argumento que empleó para no firmar el compromiso de Chapultepec.“A ese documento le faltan algunas cosas para que lo podamos firmar. Vamos a ver”, dijo López Obrador. Al documento que firmaron todos los demás candidatos no le faltaba nada. Le sobraba algo para que lo firmara López Obrador. Y eso que le sobraba era el compromiso de respetar los resultados electorales que diera a conocer el IFE. Ahora, con la mentira de un “fraude abstracto”, quiere que se abran los paquetes de las casillas y se vuelvan a contar los votos uno por uno. Sí, uno por uno de los 41 millones 791 mil 322 sufragios, que 800 mil ciudadanos ya contaron el domingo dos de julio.“Para que no queden dudas”, dijo. Mentira. Quiere que se vuelvan a contar para después pedir que se vuelva a votar, “para que no queden dudas”. Y si no se hace lo que él quiere, va la marcha sobre México. A ver si aguantan los magistrados del Trife. A ver si aguanta Felipe Calderón. Ojalá que sí. De por medio está la suerte de la República.

phiriart@cronica.com.mx

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